El “Ser” en Santo Tomás de Aquino.
Para
Santo Tomás la realidad presenta dos rasgos característicos: la presencialidad
y una cercanía tempo-espacial. La presencialidad está dada por el ser, o sea,
lo real. El ser no es “creado” por el espíritu sino “encontrado”. Es
“transubjetivo”. En ello consiste la realidad, la objetividad y la verdad.
Nosotros no determinamos los objetos, sino que las cosas determinan nuestro
espíritu.
El
ente concreto e individual está en el espacio y el tiempo, la sustancia primera,
es el ser en su propio y original sentido. La esencia no es solo la idea o la
forma, sino la sustancia primera que surge de la materia y la forma unidas. El
ser es propio y real.
Existe
también una realidad metafísica (teológica), conformada por esencias, formas e
ideas universales, en la que Dios ha volcado el despliegue del ser y de los
seres, en la que se verifica la creación y la existencia de las cosas,
imitándole a Él y participando de Él.
Propiedades
del ser: 1) ser creado, 2) participación, 3) analogía, 4)
trascendencia, 5) categorías, 6) grados.
1) Ser
creado: Es emanación contingente (no automática, no necesaria), causa de la
voluntad de Dios (causa eficiente, es decir, motor o estímulo que desencadena
el proceso de desarrollo). Por ello hay cierta afinidad entre creador y
criatura. Por eso el ser propio de las cosas se encuentra -preexiste- en Dios
(por ejemplo, la bondad).
2) Participación:
Hay un ser que es él mismo, plenamente su ser, mientras existe otro orden del
ser, muy por debajo del anterior, que vive totalmente de él, participa de él y
en él vive, se mueve y es. El mundo y las cosas del mundo descansan en algo
anterior a ellas que las hace posible: el todo, lo perfecto, lo primero, lo
verdadero y lo propio. Todo ser del mundo es una emanación (una copia) de su
modelo.
3) Analogía:
Se trata de un tipo de semejanza (no igualdad). Se oculta con la predicación:
el ser se dice de muchas maneras. El concepto de ser no es un concepto genérico
(no se le puede añadir algo para descender a las especies). La diferenciación o
contracción del ser debe hacerse mediante analogía. Hay que mirar lo idéntico
sin dejar de ver lo diverso, y lo diverso sin dejar de ver lo idéntico. La
analogía tiene su máxima aplicación en el caso de Dios: existe un único ser,
una substancia, y todo lo demás es una modificación.
4) Trascendencia:
Es la propiedad universalísima que compete al ser en cuanto tal. Ninguno de los
trascendentales añade nada nuevo al ser, sino que sólo lo considera desde un particular
punto de vista.
5) Categorías:
Las categorías no son sólo modos de predicación, sino que son “modos” o
“grados” del ser. Se dividen en dos grandes grupos: la substancia y los
accidentes (que son nueve).
6) Grados:
La noción de valor ordena jerárquicamente la realidad (la regla que mide el
valor es la cercanía con lo uno, es decir, la gradación de los seres tiene
lugar según una mayor o menor “imitabilidad” del modelo primero).
Principios
del ser: toma de Aristóteles los cuatro principios de la substancia
(materia, forma, causalidad y finalidad) y le añade la causa ejemplar.
La
substancia primera traduce el sentido originario del ser. Toda substancia es
causada, menos la divina. Es concreta, individual y real. Es la base del
devenir. Es una manera de existir independiente de los accidentes que exigen
siempre existir en otro.
La
substancia segunda (la esencia) encierra aquella que es idéntico en varios
individuos (naturaleza común). Se expresa en la definición. Se relaciona con la
substancia primera como su parte formal.
Materia
y forma: La materia primera es lo totalmente indeterminado, pero en muchos
aspectos determinable. La materia segunda está informada con las
determinaciones cuantitativas, pero es capaz de ulterior información. La
materia no es real sino en cuanto informada, y por eso la forma es el principio
más importante. La forma es la limitación y contracción de la materia a un
determinado ser.
Acto
y potencia: Materia es lo determinable, y forma la determinante. Potencia es el
ser posible; es “ser” de un modo incompleto porque no ha llegado al término,
precisa una intervención activa.
Los
universales: solo se dan en la mente (“post rem”) y sólo se dan en
realizaciones individuales (“in rem”). El “ante rem” significa la propia naturaleza
intrínseca de la cosa, que determina y absorbe todo lo demás.
Esencia
y existencia: Dios es puro acto, y las criaturas mezcla de actualidad y
potencialidad. Dios “es” ser, las criaturas “tienen” su ser.
Conclusión:
La
teoría del ser en Santo Tomás tiene la misión de iluminarnos respecto de la
verdad de las cosas y, en este sentido, al igual que el mito platónico de la
caverna, nos hace salir de la oscuridad para ver el verdadero ser.
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